domingo, 10 de octubre de 2010

•°¤ Cuando no se puede hacer nada ¤°•

Hola a todos. Hoy ha sido un día de esos movidos. En parte porque me robaron... de nuevo. Hacía bastante no me pasaba otra vez. Creí que capaz tenía suerte y seguía esquivándolo por un tiempo... pero...

*sigh*

Ay, Argentina. Realmente... a esta altura ya ni se que decir. En realidad, debería estar feliz al menos que estoy escribiendo que ya ni se qué decir, pues muchos ni siquiera lo pueden contar. Tantos casos hay...tanta gente que se muere. Tantos jóvenes sin ninguna culpa, que salieron y alguien x -tejedor indebido de los hilos del destino- se le ocurrió que no iba más y antes de siquiera preguntarle, le encajó un tiro en la espalda o en la cabeza. Tan poca piedad...y sólo por un celular, un poco de dinero o porque se les cantó.

¿Hasta cuando, eh?

En un post anterior yo había dicho que crecí mi vida oyendo la palabra 'crisis'. Eso es muy cierto, pero también he crecido oyendo la palabra 'inseguridad'. Quizá esta palabra no fue tan ambulante como la palabra 'crisis', que ciertamente se ha ganado un lugar en las mañanas de todos los argentinos, y de muchos millones no-argentinos que viven tanto acá como en varios otros países alrededor del mundo.
Crisis, las hay de diferentes tipos. Las hay grandes y feas, chicas pero peleadoras, fantasmales que parece que no están pero atacan en el momento menos pensado...en fin. Cada país tiene una crisis hecha a su justa medida, imagen y semejanza. Muchas son históricas, y se resisten a abandonar a su país benefactor, cual vil planta parásito. Otras aparecen y desaparecen. De estas, creo que nos gustaría tener a todos, aunque mejor es no tener ninguna...no obstante, eso es un poco imposible debido a que somos ciudadanos del planeta Tierra, y más que eso: humanos. Y la raza humana es sedienta de poder y ciega excepto cuando de intereses propios se trata. El individualismo, las ansias de poder y una lista de defectos que hoy en día parece interminable, son los condimentos que le dan sabor a la crisis, que ya a esta altura, uno ni sabe de qué receta salió, porque ya se nació con ella instaurada en la olla de la cocina.

La crisis de Argentina es histórica. Siempre ha sido una compañera fiel en la cocina. Siempre hubo que preparar una comida con ella, no importa si fuera entrada, primer plato o postre, y sin importar tampoco si la cocina que teníamos era de 2x4.

La inseguridad, por otro lado, no ha estado siempre en el menú obligado. Sin embargo, hace unos cuantos años que viene queriendo meterse en la lista de platos definitiva. Y lo ha logrado hasta ahora: o viene de acompañamiento con el plato de la crisis, o este plato es hecho con este ingrediente como uno de los principales.

Cosa de todos los días, gente. ¿Quién no prende el noticiero y ve cuántos se murieron esa mañana?. Muchos optan por apagarlo y no ver pálidas. Yo me lo banco, porque empapado en caldo de crisis o no, yo a este país lo quiero mucho. Pero digamos la verdad...¿hasta cuando?.
¿Hasta cuando es que tenemos que soportar que nos maten crudamente? ¿hasta cuando vamos a permitir que unos pocos en la cúspide del poder digan que 'todo está ok', cuando visiblemente no lo está? ¿Hasta cuando voy a tener que mirar para todos lados como una paranoica cuando entro a mi casa?...
...Hoy me robaron mis ahorros, mis tarjetas de la obra social, mi tarjeta de crédito, y el celular que mi padre tanto se esforzó en regalarme para mi cumpleaños. Y fue en la puerta de mi casa. Vino uno -vaya a saber qué mal nacido de mi barrio- y me dijo que le diera todo o me mataba de un tiro. Y yo... le di todo. ¡Que impotencia! ¡Qué frustración! ¡En la puerta de mi casa!.


¡DÉJENSE DE JODER!


¿Hasta cuando Argentina va a ser así? ¿Hasta cuando Latinoamérica va a seguir siendo así? ¿Hasta cuando el mundo va a seguir comportándose así?. A miles les roban por día y a los menos afortunados de esos miles, los lastiman o matan. ¿Dónde está el límite del 'Hasta cuándo'?

Por favor, Argentina... luego de este tortuoso año, la fe que me queda en vos, hacela crecer tanto que explote como los fuegos artificiales que ví con toda la esperanza del mundo el día que cumpliste 200 años.


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